miércoles, 30 de enero de 2013

Día de la PAZ. El hombrecillo de papel. Cuentos populares

EL HOMBRECILLO DE PAPEL


Hoy hemos celebrado el día de "LA PAZ" en el colegio de San Gil. 







Todos juntos hemos leído un cuento que nos ha hecho reflexionar. Hemos
colaborado, nos hemos divertido y también hemos cantado.







Dejamos el cuento para que recordéis su mensaje.




jueves, 24 de enero de 2013

Capítulo 8: El maleficio de Dante (BRYAM)


CAPÍTULO 8:

 MI HERMANO Y LA VERDAD:

Después de leer el mensaje varias veces, el primer acto que debíamos llevar a cabo era conseguir  un talismán rojo muy peculiar.


Estaba en una puerta 3d. Al entrar, estaba rodeado de espejos.
















Ahí estaba el talismán pero, estaba cubierto de unas fauces de hueso. Al arrancarlas, estas se convirtieron en cuchillo de diente. Cogí el talismán y de repente…

-¿Dónde crees que vas hermano?

–Sergil dame el talismán.

–No te lo daré Dante. Voy a salir de aquí.

–Tú lo has querido.

Sergil, me cortó con su katana en la mano.
-¡Trisa corre! Quiere matarnos

–No ella se queda, para que sepa la verdad. Dijo Sergil mientras se reía de una forma maléfica.

-¿Qué verdad debe saber hermano?

-¿Él no te lo ha contado? Padre se tiró por la alianza. Y ahora estoy intentando reclamar su poder. Así que, dame el colgante.

– ¿Qué?

-Te lo puedo explicar Trisa pero ahora mismo debes marcharte de aquí.

– No se va. Va a ver cómo mueres Dante.

Mi hermano volvió a atacarme con la katana y casi muero pero el colgante frenó el golpe. 

-Le di en la espalda un con mis nunchakus de hielo y lo dejé helado como un iceberg.

Escapé con Trisa desilusionado por lo que me dijo mi hermano.
–Dante yo…

-¿Cómo pudo hacerlo?
–Lo hizo la hermandad.

–Lo siento.

-Ahora mismo no quiero hablar del tema, ¿cómo salimos de el amazonas con vida?

-Tengo otra escapatoria, pero tienes que confiar en mi.


CONTINUARÁ...





miércoles, 23 de enero de 2013

Capítulo 3: El misterio del mar muerto (ÁLVARO)


CAPÍTULO: 3

EL SECRETO:

Después de unos días salieron a comprar comida y bebida, y el señor de la tienda les dijo:

-Yo os he visto antes por aquí o en algún otro sitio.

-Es imposible que nos hayas visto por aquí porque nunca hemos estado- Contestó Diego educadamente.

-Acabo de darme cuenta dónde os he visto, pero debéis prometerme que no se lo diréis a nadie. Lo que voy a contaros es un poco difícil de explicar, o más bien de entender, pero he tenido una visión el otro día. Estabais en peligro, huyendo de un asesino.

- Debo decirle, con la misma confianza que me ha manifestado usted, que es cierto  pero… ¿Cómo sabe eso?

-Ya te lo he dicho muchachito.- Diego y Oscar se quedaron alucinados con lo que le dijo el señor.  

-¿Por qué tienes esos poderes?- Preguntó el niño aún asombrado.

-Si me permitís jovencitos os contaré como descubrí mis poderes. 

Un día estaba sentado en un banco y me sucedió una cosa muy rara. Me mareé y desde aquel momento he tenido visiones contigo, Diego.- Dijo el señor emocionado.
Diego se dio cuenta de que él también tenía visiones desde pequeño y siempre que se enfadaba algo malo ocurría cerca de él. Pero nunca decía nada.

Los hermanos salieron de la tienda con los ojos como platos. La noticia les había dejado perplejos y aún seguían aterrorizados porque el asesino les estaba buscando. En ese momento se dieron cuenta que el asesino quería a Diego por sus poderes sobrenaturales. Seguramente querría utilizarlos para gobernar el universo. Diego explicó a su hermano la conclusión a la que había llegado y algo en su foro interno le decía que su hermano tenía razón. Aunque por fin sabían porque les perseguían, no se sentían excesivamente aliviados.

Los niños, dejaron la compra en casa y fueron a  casa del hombre de la tienda, se llamaba Arturo. Arturo era un señor agradable y amable.

El hombre dejó pasar a los chicos y ellos le contaron todo lo que habían adivinado. El pequeño, se acordó de algo que sucedió hacía unos cuantos años, y decidió contarles la historia:




-Un día Diego estaba subido a una estantería y la estantería se cayó y Diego con sus manos se transportó a mi habitación y me di un susto de muerte. –Dijo Oscar con cara de asombro.
-Así fue como descubrimos que a mi hermano le sucedían cosas increíbles, continuó el niño. –Así que ya sé porque tenías visiones y tienes poderes, Diego. Cuando éramos pequeños, mama y papa te dejaron beber una sopa que nos dio una señora. Esa señora, nos dijo que esa sopa tenía una especie de fórmula que permitía al ser humano tener poderes sobrenaturales, pero mama, papa y yo no nos lo creíamos y te la dimos a ti para ver si pasaba algo. Durante mucho tiempo, pensamos que no había funcionado y tú no nos comentaste nada nunca, hasta ese día. Y sobre todo hasta ahora. 

CONTINUARÁ...

Capítulo 6: El secuestro de la anciana (JOSÉ)


Capítulo 6:
 
El intercambio fallido:


Los secuestradores llamaron a la comisaría.
-Mañana el dinero en el lugar en el que habíamos quedado Romeo y yo. 

Cuando acabaron de decir eso, colgaron. Los agentes hicieron un truco a los secuestradores;  los billetes de la parte superior e inferior eran verdaderos, pero los    billetes que estaban entre medias eran falsos. En realidad, son folios adaptados a las medidas, a las  condiciones y al aspecto de los billetes. Para hacer los “billetes” falsos, necesitaban toneladas de folios. Contrataron una fábrica de papel y otra de billetes. Alquilar la fábrica de papel costaba doscientos cuarenta y siete mil euros, y alquilar la fábrica de billetes costaba treinta y siete mil novecientos  cuarenta euros. Lo que suponía la asombrosa cantidad de casi trescientos mil euros. No tenían suficiente dinero. Estaba entre la espada y la pared. Tuvieron una idea. Se lo iban a pedir al banco.
Fueron al banco y, en lugar de trescientos mil tuvieron que pedir seiscientos mil, o sea el doble por los intereses de la cantidad pedida por los agentes. 
¿Qué irán harán? ¿Pedir trescientos mil euros o darles el dinero de verdad? Estaban confusos. Algunos agentes sugirieron darles el dinero de verdad y otros agentes opinaban que lo mejor sería pedir trescientos mil y devolver seiscientos mil euros. Lo que tenían que hacer se lo preguntaron a la gobernadora de su país.

 -Lo que tenéis que hacer es pedir trescientos mil euros y devolver el doble.

Decidieron hacer lo que les había dicho la gobernadora. El sitio donde tenían que hacer el intercambio era un callejón oscuro. Se iba a realizar a las siete y media de la mañana.
El día de la entrega estaban nerviosos. Dos minutos antes los secuestradores aparecieron. No sabían si iba a funcionar el engaño o no. Cuando llegaron  en el coche de la policía, Eduardo llamó a Romeo y se le llevo al callejón. Al cabo de un rato, unos agentes les siguieron alejados y disimuladamente sin que ellos se dieran cuenta.  Otros  agentes se subieron a los edificios cercanos del lugar. Romeo llevaba los sacos en un carretillo. Mientras se iba acercando a lo que le parecía un puerto empezaba a ver a su mujer. A su lado estaba David. Dejó a su mujer atada de manos y pies, dentro del coche.

-Enséñanos el dinero -dijo uno de los secuestradores.
-Aquí lo tenéis. Esperad que abra las bolsas.
Cogieron un fajo de dinero cada uno. Lo inspeccionaron, se fueron lejos de Romeo y se preguntaron.
-Este dinero es falso. Nos han intentado engañar. ¿Qué piensan, que somos tontos?


Volvieron hacia el lugar donde  estaban Romeo y su mujer. Estaban muy enfadados porque les habían engañado los agentes de la comisaria. Se montaron en el coche con la mujer y se volvieron a ir.  También se fue Romeo con los agentes gritando y muy, muy enfadado. No se quería montar en
el coche. Prefería ir a andando hasta su casa que estaba a unos cinco kilómetros del lugar del supuesto intercambio.


CONTINUARÁ...


martes, 22 de enero de 2013

Capítulo 5: El secuestro de la anciana (JOSÉ)


Capítulo 5:

A contra reloj:

Los agentes de la comisaría llamaron a los secuestradores con un número que aparecía detrás de la nota. Le dijeron lo siguiente:
-Ya ha leído la nota por lo que veo; si no, no habría llamado.
-Sí, eso es verdad. (Rastrea la llamada.) (Diciéndoselo a otro agente)

-Bueno, ¿dónde  había dicho que se tenía que reunir Romeo?
-Él lo sabe muy bien. Se lo que intenta. Sus agentes están rastreando la llamada para localizarnos a mí y a mi socio.

 Cuando acabaron de decir esto, colgaron. No les había dado tiempo a  encontrar su posición exacta en  cuarenta segundos. Solo en un radio de veinte kilómetros; cuatro manzanas más o menos. Registraron las ocho casas más viejas. No encontraron nada.
Esto sólo era otro día en el que Romeo se iba a la cama decepcionado y triste. Al día siguiente, Romeo salió a dar un paseo y, en ese momento, se  encontró con un tipo raro que él no conocía; al parecer se llamaba Juan Carvallo. Por lo que parecía, era una especie de agente secreto que estaba infiltrado en la banda de Eduardo y de David. Lo llevó a un callejón oscuro y le dio una carta en la que ponía con letras tachadas lo siguiente:


No le hizo caso y se lo dijo a la policía. Él, no sabía las consecuencias que tendría  decírselo.


Una de ellas era que les tenía que dar más dinero. En vez de tres millones de euros en diez sacos  de trescientos mil, eran diez millones de euros en veinte sacos de quinientos mil. Al soplón, en este caso Juan Carvallo, le espiaron y se enteraron de todo. Cuando se reunieron, en una casa abandonada a unos setecientos setenta y siete kilómetros de la ciudad, estaban serios, muy serios. Fingieron.
-En la reunión hay un soplón de la policía.
-¿Un soplón?  

-Sí, y seguro que él lo sabe muy bien, ¿verdad Juan Carvallo?.
-Lo siento. De verdad que lo siento.

  
-Seguro. Con tus mentiras no engañas a nadie. Con la de veces que nos has engañado. Por ejemplo, la vez que secuestramos a la mujer de un millonario; o la vez que secuestramos a la familia del director de la empresa “T.A.M.A.” que significa Transformación y Aprovechamiento de la Madera por Aserrío.


Estaban muy enfadados. Le echaron del grupo. La información que había recopilado el soplón, para la policía les había sido muy útil. Se la pasaba en documentos confidenciales metidos en una carpeta cerrada con candados. Cada cierto tiempo les daba nueva información.



CONTINUARÁ...

Capítulo 12: El misterio (VÍCTOR)


Capítulo: 12

La sorpresa

Al llegar, subieron a casa y estaba toda la familia. Les dieron una sorpresa. Se quedaron alucinados.

Alex se lo pasó muy bien con sus primos. Al día siguiente fueron donde sus tíos. Se lo habían prometido antes de irse de vacaciones. Los tíos les llevaron a una feria. Se montaron en: la noria, la lanzadera y tío vivo. Tiró al Susano, al tiro al plato etc…






Fue un día para recordar y nunca lo olvidará. Al día siguiente se fueron a dar un paseo y por la calle se encontraron unas tarjetas de tres días en un barco que tenía; jacuzzi, con spa, sauna, piscina y terraza para tomar el sol.






Miraron si ya habían caducado pero no lo habían hecho. Eran para el día siguiente y se fueron corriendo para que, al día siguiente tuviera hecho el equipaje.




CONTINUARÁ...

El zapatero y los duendes. Cuentos populares





viernes, 18 de enero de 2013

Capítulo 3: Furia y la ganadería de Miura (IRIS)


CAPÍTULO 3:

BUSCANDO  A  RELÁMPAGO

Eduardo y Juan estaban buscando a  Relámpago. 

Eduardo pensó que aunque Relámpago no estuviera en la cuadra, tal vez pudieran encontrar alguna pista o huella acerca de la desaparición del caballo.  Los hermanos se fueron  a  la  competición pese a que estaban preocupados por saber dónde estaría su querido caballo. Eduardo  y  Juan  llegaron a  la  competición. Bajaron  del  carro  a  Furia  y  Juan   se  fue  con  la  yegua   a meterla en  la cuadra. Eduardo fue a hablar con el organizador de la competición. Quería que Furia corriese en primera posición  para poder marcharse cuanto antes y seguir buscando a Relámpago. 

Eduardo le comentó que Juan había guardado al caballo en la cuadra y descubrió que había desaparecido cuando fue a darle de comer. Pudo observar que no había comido nada por la noche, la cena estaba aún en su comedero. Creemos que ha desaparecido por la noche.
El consejero le dijo: - Tranquilo Eduardo,  esta competición la realizamos dos veces al mes. Si no pudiésemos conseguir que Furia corra en los primeros puestos, formará parte de nuestras listas en la próxima carrera.

Eduardo   se acercó hasta donde estaba Juan para contarle la conversación que había mantenido con el organizador.

 De repente, todos los presentes en la competición  escucharon como el comentarista avisaba que quedaban 10 segundos para comenzar la carrera.

10, 9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2, 1, ya...

El organizador de la carrera consiguió que Furia entrase en segunda posición.
Las puertas se abrieron y Furia salió con  el  número  6. Todos animaban a Furia. Empezó a adelantar   a  todos.  Furia  corría tan rápido como el viento. Llegó  a   la   curva y frenó. Eduardo animaba a Furia a seguir. La yegua comenzaba a quedarse sin fuerzas para continuar la carrera. La adelantaron cuatro caballos. Finalmente, el segundo caballo que la adelantó, ganó la carrera.

 Juan que no pudo quedarse a la carrera, preguntó a Eduardo cómo había ido la competición. Al ver la cara de Eduardo, se dio cuenta de que no tenía buenas noticias para él. Los dos hermanos, sabían que desde que desapareció Relámpago, Furia no era la misma.
Al  cabo de un rato, Eduardo   y  Juan    montaron  a  Furia  al carro de  los  caballos para volver a casa. Llegaron   a    su   finca y,   al entrar por la puerta,   Eduardo y  Juan  vieron a seis toros  en  la  entrada.   Los toros de los Miura se habían escapado del corral y se habían situado en la puerta.
Metieron a los toros en el corral, y en ese instante sonó el teléfono. Tenían noticias para Eduardo, era sobre Relámpago.


CONTINUARÁ...


miércoles, 16 de enero de 2013

La bruja presumida. Cuentos populares




Hace muchos años, en el valle de los elfos amarillos, una pequeña aldea se alzaba a los pies del río encantado.
En esta aldea vivían muchos de los seres mágicos de los que alguna vez has oído hablar, tales como duendes, hadas, ninfas, gnomos, hechiceros, brujas e incluso fantasmas burlones. Todos sus habitantes eran muy buenos amigos y vivían en armonía: se respetaban los unos a los otros y se ayudaban cuando era necesario.

Bueno, no todos, la bruja Clamidia apenas tenía amigos en la aldea y los pocos que decían serlo procuraban no verla muy a menudo. La razón de esto era que la bruja Clamidia se creía el ser mágico más hermoso del valle. ¡Y en verdad lo era! La bruja Clamidia era realmente hermosa.
Tanto, que incluso las flores se escondían a su paso avergonzadas. Pero su alma, no lo era tanto como su apariencia. A la bruja Clamidia le encantaba presumir, ya fuese estrenando una larga capa de bruja, unos zapatos o poniéndose un sombrero de pico nuevo siempre que salía a pasear, para que los demás se murieran de la envidia al verla pasar.

— ¿Os habéis fijado en mis nuevos zapatos brujeriles? Son de la colección de este año del famosísimo brujo diseñador Juanolo Clanic. Según él, mi belleza le inspiró para crearlos. Ji, ji, ji, ji, ji— reía la bruja, con falsa modestia.

Una mañana, la bruja Clamidia vio como el hada Cantarina, muy linda ella, volaba delante de su casa muy contenta. Era su cumpleaños e iba estrenando un bello vestido color rosado. Tal fue la envidia que sintió la bruja al ver al hada tan bien vestida, que agarró su escoba, le dio un golpetazo y la hizo caer al barro, estropeando así su lindo vestido rosado.

Cuando la reina de las hadas se enteró de lo que la bruja Clamidia le había hecho a su hija, se enfadó tanto, que convirtió a la hermosa bruja en una horripilante bruja piruja llena de verrugas.
—Sólo cuando encuentres a alguien que te quiera de verdad, volverás a la normalidad— dijo la reina de las hadas, mientras la bruja lloraba delante del espejo horrorizada.
La bruja, a la desesperada y muy angustiada, buscó a alguien que la quisiera de verdad; pero todos salían huyendo en cuanto la veían aparecer, ya que su nuevo aspecto no era agradable de ver. Como los adultos se escondían y los niños se burlaban, la bruja Clamidia tomó la decisión de encerrarse en su casa y no salir nunca jamás.

Los años pasaron y la bruja Clamidia seguía en su casa escondida, todos sus espejos los tenía cubiertos con sábanas para no ver el aspecto por el cual se pasaba las horas encerrada.
Sólo cuando la noche caía y las estrellas salían, salía de su casa la bruja Clamidia, para pasear junto al río encantado. Fue en este lugar donde la bruja encontró a un grupo de artistas ambulantes que cantaban y bailaban alrededor de una fogata. Y en medio de las guitarras y laúdes una hermosa niña de piel morena, ojos claros y pelo castaño bailaba al son de la música ofreciendo su danza a la luna.
La bruja entre los matorrales observó el espectáculo embobada. Desde entonces, la bruja volvía cada noche a la orilla del río a escondidas para ver bailar a la niña. Una noche a los pocos días, la bruja no encontró a nadie en la orilla. Sola y decepcionada se escondió para ver si alguien pasaba.
Al poco rato, sola caminando por la orilla, apareció la niña. De pronto, la pequeña se paró y miró a su alrededor:

—Sal, brujita. No te asustes de mí. Sé que estas ahí— dijo la niña, señalando hacia los matorrales donde estaba la bruja escondida.
La bruja salió algo avergonzada:
—Lo siento niña, no quería asustarte. Solo vengo aquí para verte bailar— explicó la bruja con las mejillas coloradas.
— ¿Por qué te escondes para hacerlo?— preguntó la niña muy sorprendida.
—Porque no quería asustarte y que salieras corriendo.
— ¿Y porque iba a ser tal cosa?— preguntó la niña más sorprendida todavía.
La bruja Clamidia, algo extrañada por la pregunta de la niña, le respondió:
— ¡Porque soy horrorosa! Soy vieja y fea. Mi piel está llena de verrugas y mi nariz es tan grande que se podría poner a secar la ropa de una semana sobre ella.
—Ja, ja, ja, que graciosa eres, brujita— dijo la niña acercándose para ver a la bruja desde más cerca. —Pues a mí no me pareces tan fea. Por cierto, me llamo Aliena.
—Y yo Clamidia— respondió la bruja, muy conmovida.

Desde ese día ambas se convirtieron en grandes amigas y se reunían cada noche para charlar, bailar y jugar junto a la orilla del río encantado. La bruja Clamidia estaba encantada con la amistad que había entablado con la niña, ya que junto a ella ni siquiera se acordaba de que era tan fea.
Poco tiempo después, la pequeña Aliena llegó a la orilla del río con una mala noticia para su amiga la bruja. La pequeña niña y su familia se mudaban a otra aldea, para mostrar su espectáculo a otros seres mágicos.

La bruja, con lágrimas en los ojos, abrazó a Aliena para despedirse de ella:

—Te echaré de menos, pequeña— dijo la bruja mientras lloraba y la luna salía de entre las montañas.
—Te quiero mucho, bruja Clamidia, y siempre lo haré— dijo la niña entristecida.
En ese preciso instante; una brillante luz blanca apareció, envolviendo a la bruja de la cabeza a los pies, volviéndola a convertir en una hermosa mujer.

La bruja Clamidia estaba ahora muy contenta; pero no por haber recuperado su antigua apariencia, sino porque había encontrado una gran amiga en aquella pequeña niña, que se fijó primero en su corazón y no en su aspecto exterior.

La bruja Clamidia, nunca más volvió a presumir de las cosas que tenía, se disculpó con sus vecinos por los errores pasados e hizo buenos amigos entre los seres mágicos.
Así fue, como poco a poco, dejaron atrás el rencor y todos se enamoraron de su gran corazón.


FIN...

viernes, 11 de enero de 2013

Capítulo 7: El maleficio de Dante (BRYAM)


CAPÍTULO 7:

EL APOCALIPSIS

-Creo que estamos solos. -Dijo Trisa.
-Tranquila, tengo las nuevas armas.
-¿Qué armas nuevas son, Dante?
-Unas pistolas de fuego personalizadas.

Intentamos salir de aquel lugar pero era imposible escapar pues había una barrera mágica que no dejaba salir a Trisa, a los demonios y a mí.

–Ahora hay que mantener la calma y no pensar que vamos a morir. Dije apresuradamente

De repente, apareció un demonio con un tridente mágico. El demonio, además de poder combatir, abría las puertas para salir.
-Ríndete o probaras mi tridente. -Dije

Luchamos y era bastante fuerte. Traté de dispararle pero las balas se iban para los lados.
 -Ríndete. Me dijo el monstruo
-Nunca.

Me di cuenta de que tenía un escudo que le protegía. Sabía que debía quitárselo pero era muy complicado conseguir extraérselo de su cintura.
Trisa salió corriendo en busca de una salida mientras yo me enfrentaba al demonio pensando en alguna otra posibilidad de ayudarme.
Al cabo de un rato, me tiró al suelo y me dijo: ¿te rindes?

Yo no estaba dispuesto a rendirme así que cuando el demonio estaba distraído, le pegue un gran golpe en la boca del estómago con las piernas. De repente, Trisa vino con una especie de espada mágica le atizó en la cabeza y se metió en la espada.

-¿Qué has hecho? Dije sorprendido a Trisa
 –He metido al demonio en la espada. Tiramos la espada contra el suelo pensando que así se rompería el hechizo.

-¿Dónde vamos?  Dijo trisa apresuradamente y un tanto desconcertada.
–A protegernos.
Llegamos a una guarida que resultaba ser un castillo.



-¿De quién es este castillo Dante?
–Es mío. Ya te lo explicaré pero no te detengas ahora. Vamos. 

Al entrar, estaba todo lleno de escudos y espadas.


De repente la casa se llenó de demonios.
No nos dejaban salir y cada puerta del castillo estaba enlazada con una especie de telaraña roja. De las escaleras principales del castillo salió un libro que se abrió en una página, pero, por desgracia, se encadeno con esa tela-araña roja.

Suponía que había que dar a una ruedecilla que había al final de las escaleras. Llegué di con mi espada y con mi pistola y funcionó, se quitó esa cosa tan rara. Al mirar al libro, retrocedí unas cuantas páginas y, observé que se trataba de viejos conjuros demoníacos y celestiales: uno era para nuevas armas, para armaduras, para sanar heridas…… pero para todos, se necesitaba  poderes celestiales y poderes demoníacos.

Volviendo a la página por la que se había abierto, ponía:




CONTINUARÁ...




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