Capítulo 5:
A contra reloj:
Los agentes de la comisaría
llamaron a los secuestradores con un número que aparecía detrás de la nota. Le
dijeron lo siguiente:
-Ya ha leído la nota
por lo que veo; si no, no habría llamado.
-Sí, eso es verdad. (Rastrea
la llamada.) (Diciéndoselo a otro agente)
-Bueno, ¿dónde había dicho que se tenía que reunir Romeo?
-Él lo sabe muy bien.
Se lo que intenta. Sus agentes están rastreando la llamada para localizarnos a
mí y a mi socio.
Esto sólo era otro día
en el que Romeo se iba a la cama decepcionado y triste. Al día siguiente, Romeo
salió a dar un paseo y, en ese momento, se
encontró con un tipo raro que él no conocía; al parecer se llamaba Juan
Carvallo. Por lo que parecía, era una especie de agente secreto que estaba
infiltrado en la banda de Eduardo y de David. Lo llevó a un callejón oscuro y
le dio una carta en la que ponía con letras tachadas lo siguiente:
No le hizo caso y se
lo dijo a la policía. Él, no sabía las consecuencias que tendría decírselo.
Una de ellas era que
les tenía que dar más dinero. En vez de tres millones de euros en diez
sacos de trescientos mil, eran diez
millones de euros en veinte sacos de quinientos mil. Al soplón, en este caso
Juan Carvallo, le espiaron y se enteraron de todo. Cuando se reunieron, en una
casa abandonada a unos setecientos setenta y siete kilómetros de la ciudad, estaban serios, muy serios. Fingieron.
-En la reunión hay un soplón de la policía.
-¿Un soplón?
-Sí,
y seguro que él lo sabe muy bien, ¿verdad Juan Carvallo?.
Estaban
muy enfadados. Le echaron del grupo. La información que había recopilado el soplón,
para la policía les había sido muy útil. Se la pasaba en documentos confidenciales
metidos en una carpeta cerrada con candados. Cada cierto tiempo les daba nueva
información.
CONTINUARÁ...
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