CAPÍTULO 7:
EL APOCALIPSIS
-Creo que estamos solos. -Dijo Trisa.
-Tranquila, tengo las nuevas armas.
-¿Qué armas nuevas son, Dante?
-Unas pistolas de fuego personalizadas.
Intentamos salir de aquel lugar pero era imposible escapar
pues había una barrera mágica que no dejaba salir a Trisa, a los demonios y a
mí.
–Ahora hay que mantener la calma y no pensar que vamos a
morir. Dije apresuradamente
De repente, apareció un demonio con un tridente mágico. El demonio,
además de poder combatir, abría las puertas para salir.
-Ríndete o probaras mi tridente. -Dije
Luchamos y era bastante fuerte. Traté de dispararle pero las
balas se iban para los lados.
-Ríndete. Me dijo el
monstruo
-Nunca.
Me di cuenta de que tenía un escudo que le protegía. Sabía
que debía quitárselo pero era muy complicado conseguir extraérselo de su
cintura.
Trisa salió corriendo en busca de una salida mientras yo me
enfrentaba al demonio pensando en alguna otra posibilidad de ayudarme.
Al cabo de un rato, me tiró al suelo y me dijo: ¿te rindes?
Yo no estaba dispuesto a rendirme así que cuando el demonio
estaba distraído, le pegue un gran golpe en la boca del estómago con las
piernas. De repente, Trisa vino con una especie de espada mágica le atizó en la
cabeza y se metió en la espada.
-¿Qué has hecho? Dije sorprendido a Trisa
–He metido al
demonio en la espada. Tiramos la espada contra el suelo pensando que así se
rompería el hechizo.
–A protegernos.
Llegamos a una guarida que resultaba ser un castillo.
-¿De quién es este castillo Dante?
–Es mío. Ya te lo explicaré pero no te detengas ahora.
Vamos.
Al
entrar, estaba todo lleno de escudos y espadas.
De repente la casa se llenó de demonios.
No nos dejaban salir y cada puerta del castillo
estaba enlazada con una especie de telaraña roja. De las escaleras principales
del castillo salió un libro que se abrió en una página, pero, por desgracia, se
encadeno con esa tela-araña roja.
Suponía que había que dar a una ruedecilla que
había al final de las escaleras. Llegué di con mi espada y con mi pistola y
funcionó, se quitó esa cosa tan rara. Al mirar al libro, retrocedí unas cuantas
páginas y, observé que se trataba de viejos conjuros demoníacos y celestiales:
uno era para nuevas armas, para armaduras, para sanar heridas…… pero para
todos, se necesitaba poderes celestiales
y poderes demoníacos.
Volviendo a la página por la que se había abierto, ponía:
CONTINUARÁ...
Publica mas, publica mas. Me mola tu cuento Bryam. de momento es el que mas me gusta.
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